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“Crecer, no significa nada para una madre. Un niño, es un niño.
¿A donde? dime madre ¿ A donde? encuentro tus prismados ojos, acariciantes y alegres que me abrazaron con las centenarias fortalezas, de las rocas y el chispeante brillo
Edificaste y te enraizastes en la naciente verde de un joven corazón, que se hizo
Ebullente liquido maternal y agua, entre candente topias y ardientes leños,
El Calido horno, de amor ingente, arduo y productivo trabajo, ataduras y vilipendios
Traslucido en tus primados ojos, con un ígneo y virginal brillo tan solo como tu, madrecita hermosa. Luz en la que “coincidimos” para que, me alumbraras
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