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“Yo creo que el mejor medio de hacerle bien a los pobres, no es darle limosnas.
“En cierto grado de miseria, se apodera del Alma una especie de indiferencia
Un erguido joven sube la alta escalera en caracol de la iglesia
Salpicado por la lluvia, detrás de la puerta, la penuria se oculta.
La celebración de la homilía, sus cánticos y, las melodías le dan alegría.
Bajo el pesado doblez del desvalijado pantalón, una pierna descama, supura.
Son campanas… en el Campanario que el escucha, porque a, el nadie lo escucha. Emocionado, genuflexa una y otra vez, a la Luz de la edificante cálida Oración.
Su único patrimonio, la brillantez en sus ojos y, un Elevado Cántico Espiritual.
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