462
Mi sosegado observar se retrae, la escena que ahora yo veía parecía ficción, el leñador y su equipo con la sierra y, la hacha en mano, comienzan con la temible deforestación. Los Viejos árboles, ya con cicatrices en sus tallos, y los certeros golpes en tan decrépita avanzada del leñador, ofrendaban sus sabias vidas, por sus vástagos, en tan anhelada conservación” la raza de los Hombres es como la de las hojas cuando una generación florece la otra decae”*1
Los pinos y, los sándalos aromatizando, terapia de calma ellos hacían y los jóvenes con su impetuosa gallardía, al deshumanizado leñador, le leyeron el juramento del bosque
Siembra hermanos, de cada especie por cada uno que cortas por necesidad. Nada te pertenece, tu eres, solamente un miembro, más en, esta Universal Hermandad. No contamines con los desechos, no los lances a las fuentes de “Agua” Vida nos da; las enredaderas y la detonante maleza ahogan, asfixian ¿Averigua con qué? nos van a fumigar
«Una Nación, que destruye su suelo, se destruye a sí misma, los bosques son los Pulmones, de la Tierra, purifican el aire y, dan fuerza pura, a nuestra gente.»
Franklin D. Roosevelt.
“El Amor por la vida humana es una “Declaración Jurada” antes de ser Consumada”
Mary Torres Calderón