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“Siempre, hay un momento, en la infancia, cuando la puerta se abre
Tu Eres mi Escondite y, mi Escudo, en Tu Palabra
Preñada, la mente esta, de imágenes y, recuerdos de una niña, que siempre figuró en escena. Las bridas nunca acepto, para los padres nada sencillo fue, muy impetuosa y desafiante, decidida la pequeña niña.
Una hermosa mata de hortensia la decoración natural con sus matices blancos
En un colonial pueblo andino, un caserío enclavado, en las altas montañas,
El padre, de la niña se expresa: en el acontecer de la diaria faena, a la niña traviesa, siempre la corrige, con sabia entereza y, elocuencia, lápiz la niña nunca encuentra, para ir a la ESCUELA. El ofuscado padre revienta; “como tan cierto es darle a un niño papel, y lápiz pero con la punta ruta y pedirle que haga un dibujo de la familia. No funcionara. Pídale que presione mas fuerte. Tampoco funcionara. Pregúntele que tiene que pasar”*1?
La estancia, en el pueblo no fue diferente, el desafío siempre, estuvo presente.
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