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“No aflijas el corazón del desvalido, ni dilates el socorro,
Ella afirma en casa mi padre de reposo, se encuentra y, en otro país le hemos encontrado todos los remedios pero es notorio lo que desmejora y, desmejoramos, ya no podemos. Mi hermano implora a, San Benito para que le mejore la cosecha, pero también se perdió la siembra con todo esto. ¿Observas mi delgadez, mis ojeras?
Achacoso estaba el viejo, pero trabajando como un muchacho sacando las cosechas. Una medallita coloca diligentemente en mi mano; créeme esta virgencita es muy milagrosa, en el hospital, nos libró de varias batallas y el doctor, se portó como ninguno, tampoco yo le conocía, hasta que mi padre enfermo,
Continuemos a Dios implorándole y, a la Virgen de los Remedios. Parece que no nos queda más remedio. A, los enfermos y, a sus familiares no deben pedírsele tanta resiliencia, hay que prodigarles
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